Día 5: Flores – Parque Nacional Tikal – Flores
Hotel Isla de Flores 3* o similar. Desayuno y comida de cortesía en la selva.
¿Cómo describir esta breve expedición a Tikal?: Como un viaje en el tiempo y por la mente humana. Caminar por la exuberante y sofocante selva guatemalteca nos va ayudando a hacernos una idea de cómo pudo haber sido la vida de esas mujeres y hombres, los mayas, que ya eran capaces, siglos antes de Cristo, de construir ciudades como Tikal. Tuvieron que idear un sistema de abastecimiento de agua de lluvia, ya que no existían ríos o lagos en las zonas cercanas. Esto evidencia la organización e inteligencia que llegaron a tener, pues fueron capaces de edificar una urbe, de más de dieciséis kilómetros cuadrados, y con más de tres mil edificaciones, dependiendo de la capacidad de almacenar el agua de las lluvias estacionales. Si hemos llegado hasta Tikal tendríamos que haber estudiado un poco de la historia de estas ruinas, perdidas en medio de la selva, allá por la cuenca del Petén, y que fue cuna de la civilización Maya. Se afirma que Tikal fue una de las ciudades más grandes del continente americano durante el periodo Clásico, y estuvo a la vanguardia de la arquitectura, del arte, y hasta de la vida cortesana, por más de diez siglos. Pero de todo esto nos iremos haciendo una idea más sólida hoy, a medida que recorramos Tikal y escuchemos lo mucho e interesante que nos explicará, in situ, la petenera o el petenero, quien hará las buenas galas como anfitriona o anfitrión, en las llamadas tierras bajas de Mesoamérica, aquí en Petén.
Quedaremos para realizar una visita al Parque Nacional de Tikal. Tendremos poco más de una hora de viaje hasta la entrada del Parque Nacional Tikal. A partir de este punto nos espera una buena caminata por la selva tropical, donde algún mono, o a algún otro animal de los que habita esta región, llamará nuestra atención. Por fin llegaremos a las primeras e impresionantes ruinas de lo que fue el antiguo Tikal. Cada uno de estos templos es magnífico en sí mismo, y nos veremos tentados a subir, por sus muchos escalones, a todos y cada uno de los que permiten el ascenso. Las vistas que nos deparan las alturas justificarán la escalada, sin duda. Después de mucho ver, de mucho andar, de mucho calor, de mucha buena plática con nuestros anfitriones del Petén, y de habernos hidratado bien durante el selvático paseo, llega la hora de hacer una parada para comer. Comida en el centro de visitantes del parque, donde nos espera un modesto pero agradable menú. Comienza el regreso por la selva, momento que aprovecharemos para intentar encontrar a algunos de los ilustres miembros de la fauna local de Tikal: pavos ocelados, tucanes, loros, jaguares, comadrejas, pumas, armadillos y monos, incluyendo los monos araña y los monos aulladores.
Nos comenzamos a despedir de Tikal, un entrañable lugar que la UNESCO convirtió en Patrimonio de la Humanidad.
Traslado de regreso al alojamiento en Flores. Descansar un poco apetecerá, pero beber algo refrescante, o darse un trago del buen Zacapa, en alguno de los bares de la isla, contemplando las apacibles aguas del Lago Petén Itzá al atardecer, será un momento especial. Noche libre en Flores.